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La dimensión festiva de los Equipos Docentes.

 

La fiesta implica alegría, entretenimiento y regocijo. Posee un carácter comunitario, es colectiva, pasar por la experiencia de prepararla  y organizar la presentación de cada país es muy gratificante debido a la participación y a que posibilita la puesta en práctica de habilidades relacionadas con la organización y el trabajo y genera sentimientos de bienestar por  común- unión, comunión con los demás.

 

Si el encuentro Latinoamericano y del Caribe de los equipos docentes solamente fuese trabajo, probablemente no tendríamos el espacio  que nos mostraría la cultura artística de cada uno de los países participantes, el talento, la alegría, la risa, el compartir desde lo vivido en cada generación equipista, su  experiencia personal. No tendríamos cantos, música, poemas, chistes, intercambios, bailes y oraciones.

 

 Con la dimensión festiva celebramos la vida, movilizamos la alegría, la amistad, construimos puentes entre culturas, celebramos el acompañamiento mutuo, el discurso, el debate, las opiniones diversas. Por eso, en la fiesta equipista  hay, por un lado, tantos elementos casi rituales, que reflejan la cultura popular que hace la vida digna de ser vivida con otros/as. Platón dice que la fiesta es  un "respiro", porque interrumpe la dureza del trabajo cotidiano, y esa palabra nos revela con fuerza por qué necesitamos tan intensamente de lo festivo: sin la fiesta, nuestra  existencia no tendría respiro, no tendría pausas vitales.

 

Festejar es manifestar la "riqueza cultural", dar con la alegría el valor profundo de la celebración, celebrar el encuentro.

 

La fiesta latinoamericana de los equipos docentes,  celebró los 50 años, de los equipos que los cumplen, movilizando  la dimensión de la alegría porque la alegría nutre también los procesos de resistencia, de vivencia de la fe o espiritualidad y de construcción de la escuela pública que queremos, desde el encuentro  invitamos a defenderla, llevando a la práctica el poema de Mario Benedetti  en defensa de la alegría

 

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

 

 

 


 

 

 

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