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Contexto

 

Presentamos el contexto a partir de dos preguntas que le hacen a Pablo Gentili en una entrevista y cuyas respuestas nos sirven de pretexto para pensar ,analizar, debatir y elaborar conclusiones sobre la educación en nuestros países, así como la acción y compromiso de los equipos docentes en los momentos de crisis y procesos de transformación. Seleccionamos algunos videos y documentos que nos permiten circular ideas diversas, con el mismo objetivo.

 

ENTREVISTA PABLO GENTILI - In spagnolo

¿Cuál es su opinión sobre el estado de la educación en Latinoamérica?

Durante los últimos años, en América Latina, algunos indicadores muestran un intenso crecimiento en las oportunidades educativas de la población más pobre. Sectores que tradicionalmente estaban excluidos de las instituciones escolares hoy pueden tener acceso a ellas. Las tasas de escolarización se han multiplicado exponencialmente y la esperanza de vida escolar ha crecido de forma significativa para los sectores populares. En algunos países, particularmente en los más pobres, aunque el analfabetismo continúa siendo un problema estructural, los niños y niñas entre 7 y 14 tienen más probabilidades de estar formalmente dentro de una escuela que fuera de ella.Sin embargo, esta situación, conquistada en buena medida gracias al sacrificio y a la lucha de nuestros pueblos, lejos puede llevarnos a pensar que hemos realizado una efectiva revolución democrática asociada a la universalización del acceso y la permanencia en la escuela. El estado de nuestra educación es, de hecho, mucho más complejo y bastante menos alentador de lo que las estadísticas educativas parecen mostrar.La acelerada expansión de los sistemas educativos en Latinoamérica se produjo en un contexto de intensificación de las condiciones de pobreza y exclusión de las grandes mayorías. Tenemos hoy, en nuestra región, el mayor número de pobres de toda nuestra historia. Más de 220 millones de personas viven, en América Latina, por debajo de la línea de la pobreza. Y, más de la mitad de ellos, son niños, niñas y jóvenes con menos de 18 años. Al mismo tiempo, la injusticia y las desigualdades sociales no han parado de crecer. Somos la región más injusta del planeta. Una región donde la diferencia entre ricos y pobres se amplía cada vez más, alcanzando un grado de barbarie inimaginable.Los sistemas educativos latinoamericanos se expanden y crecen en este contexto. Un contexto que marca profundamente el tipo de expansión desigual que ha caracterizado a nuestros sistemas escolares durante las últimas décadas. En efecto, la expansión de la educación en un marco de intensificación de las condiciones de pobreza, desigualdad e injusticia social ha profundizado el proceso de segmentación y diferenciación de nuestros sistemas educativos: escuelas pobres para los pobres y ricas para los ricos. Los pobres acceden hoy a la escuela, pero lo hacen en instituciones que no cuentan con las condiciones necesarias para garantizar que su experiencia educativa sea, de hecho, la oportunidad efectiva de un derecho social, un derecho humano inalienable: el derecho a la educación.

 

¿Qué peligros genera esta situación?

Los nuestros son sistemas educativos que funcionan de forma fragmentada y a diferentes velocidades. Decir que un niño o una niña latinoamericanos pasaron seis años en la escuela sin decir dónde viven, quiénes son sus padres y de qué trabajan, cuál es el color de su piel; en suma, sin determinar a qué clase social pertenecen, no quiere decir nada. Seis años de escolaridad en una “favela” de Río de Janeiro y seis años de escolaridad en el Barrio de Leblon, a menos de un kilómetro de distancia de esa “favela”, significan dos experiencias y dos oportunidades de escolaridad profundamente diferentes.Sociedades injustas y desiguales tienen sistemas educativos también injustos y desiguales. Sociedades partidas, fragmentadas, tienen sistemas educativos partidos y fragmentados. reverse searchEn el pasado, a los pobres se les negaba el derecho a la educación, negándoseles el acceso a la escuela. Hoy, esto ha cambiado. Los pobres tienen acceso a la escuela, pero a una escuela que ha sido vaciada de su condición efectiva para garantizar un derecho humano y social inalienable como lo es el derecho a la educación.La escuela de los pobres, es verdad, cumple una función social cuando ofrece a millones de niños y niñas la posibilidad de comer la única comida del día, o cuando los protege (o pretende protegerlos) de las amenazas de un entorno de violencia y múltiples agresiones. Sin embargo, mientras a los pobres la escuela los alimenta y pretende protegerlos de los peligros de la calle, a los ricos los prepara para seguir siendo clase dominante.El derecho a la educación no puede ni debe reducirse, por lo tanto, al derecho a permanecer algunos años en la escuela. Sin lugar a dudas, la lucha por el acceso y la permanencia en la escuela es fundamental. Entre tanto, desde una perspectiva democrática y libertaria, debemos entender el derecho a la educación como el derecho a luchar contra toda forma de monopolización del conocimiento, contra toda apropiación privada de los beneficios generados por la acumulación social de saberes. El derecho a la educación es el derecho a vivir en una sociedad donde los conocimientos socialmente significativos no son apropiados o expropiados por aquellos que pueden ejercer la prepotencia que les otorga el dinero. El derecho a la educación es un requisito indispensable para la construcción de sociedades justas e igualitarias. Hoy, a los pobres se les ofrece la oportunidad de acceso a la escuela, simplemente porque a sus escuelas se les ha quitado la función de garantizar el derecho efectivo a la educación.

 

 

MATERIAL DE APOYO

 

 

Dimensión Educativa

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